martes, junio 05, 2007

La esponja sentimental


Peligrosísimo elemento la empatía. Casi tan sobrevaluado como el tacto, esta “cualidad” parece subir su cotización cada vez que un filósofo de pacotilla escupe un: “No hagas nada que no te gusta que te hagan”, y el resto asiente...
Pero, ¿de dónde salió semejante barbaridad? La lógica, entonces, nos diría que hay que hacerle a los demas todo lo que nos gusta que nos hagan… ¿qué de aquel que es sadomasoquista, entonces? O peor aún ¿qué de aquel que se le acerque?
Por otro lado, a mí no me gusta que me peguen, pero de cruzarme con alguien que sí le gusta ¿Cómo negarme? Sobre todo viviendo una en esta sociedad donde a veces es taaaaan necesario agarrárselas con alguien ¿Por qué no darle satisfacción a un tercero al mismo tiempo que dársela a un primero (yo, o sea)?
Bueno, basta de buscar empatía con ustedes, mis cómplices.
Me vienen cada tanto esos momentos donde la bronca es tan grande que se escapa por los lagrimales y cuando entra alguien a la habitación tengo que decir que se me metió una basurita. (no es cuestión de que la gente pierda ese respeto que me tiene por una simple muestra de humanidad).
Me pasa poco, digamos unas dos veces por semestre, pero me pasa. Mi mamá dijo que es normal, pero tambien dice que soy la nena más linda del mundo… y bien sabemos que no es verdad ni lo de “nena”, ni lo de “más”…
Conozco a alguien con el “don” de la empatía que le pasa esto del llanto de impotencia como 53 veces por bimestre. No es normal, aunque la primera vez les puede resultar tierno verlo derramar lágrimas que surcan su joven rostro masculino. A la décimo tercera vez una se empieza a preguntar si no estará tomando hormonas por equivocacion.
El tema se tornó preocupante cuando el “ponerse en el lugar del otro” se le fue de las manos y terminó internado con un principio de deshidratación, después de un velorio. Vale la pena remarcar que entre el finado y nuestro protagonista había una relación de más de doce personas, es decir que el muerto era el abuelo de la prima del amigo del hermano del vecino del cuñado… y así, ustedes entienden la idea.
El caso es que bastó con que una vieja dijera: “Sólo 93 años, una vida por delante” y rompiera en lágrimas, para que el muchacho rompiera en lágrimas él también… sólo porque se puso en la arrugada piel de la jubilada.
No lo pudimos parar y terminamos en la guardia del HECA (Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, efector público vale aclarar).
El cuento no terminó ahí, porque en la sala de espera llegó una embarazada víctima de un asalto, que del susto estaba por largar la criatura. Médicos, amigos, recepcionistas, delincuentes baleados, vecinos acuchillados y, claro, la embarazada, fuimos testigos del prodigio: Mi ex amigo Pepe empezó con contracciones…de puro empático, pero eso ya es otra historia.
Sí, dije ex amigo, porque uno no puede estar al lado de una persona que lo único que hace es chupar emociones ajenas.
Es como tratar de entender oriente cuando uno es occidente. Imagínense que la empatía resulta el detonante de guerras. Al principio dije que la empatía esta sobrevaluada, es verdad, pero por otro lado está subestimada su peligrosidad.
Afortunadamente todos somos diferentes, y reaccionamos diferente ante diferentes situaciones, lo interesante es tratar de entendernos y ponernos de acuerdo, para tratar de entre todos, hacer uno… ¿no que es así? ¿NO? ¿¿¿¿NOOOOOOO????